INTERNACIONAL - 2016/03/15 - Interesante artículo de la psicóloga Yolanda Cuevas, en el que explica el momento exacto en el que los adolescentes se enfrentan al dilema de querer dejar el Taekwondo. Ideal para compartir con los padres.
Después
de años de trabajo, esfuerzo, perseverancia y dedicación en los
entrenamientos y campeonatos, de sacrificio cada fin de semana,
madrugones, viajes, tener que trasnochar para llegar a los estudios y
un largo etc., llega un día en el que el adolescente dice: “papá,
mamá, quiero dejarlo…”.
Los
padres también se han sacrificado para que su hijo o hijos crezcan
en todos los sentidos gracias al Taekwondo. Por él se han dejado de
ir a acontecimientos familiares, de pasar fines de semana haciendo
otra cosa, organizar vacaciones pensando en los inicios de temporada,
y así educar en el respeto y la responsabilidad que conlleva
comprometerse con un club, academia o asociación regional o
nacional.
Esfuerzos
económicos, apoyo moral, desgaste emocional, pero ante todo una
experiencia familiar vital: el acompañar a un hijo en su deporte e
inculcar la importancia de la actividad física como parte de una
vida sana y en equilibrio.
Y
cuando llega este momento, muchos padres no están preparados para
esta situación. Los toma desprevenidos, creían que su hijo sería
diferente. No sabían que en la adolescencia todo cambia y que el
deporte se vería afectado, aunque hasta ahora haya sido su pasión.
Pueden
presentarse algunas señales, como días que aluden cansancio, otras
en las que se alargan las lesiones, aparecen molestias, dicen no
estar “a tope” o tener “malas vibras”, que se aburren, faltan
a algún entrenamiento, o dicen que ya no es lo mismo.
Han
crecido en un ambiente sano, han creado nuevas amistades, pero ahora
aparecen en escena nuevos actores empeñados en colocar al deporte en
segundo plano, en definitiva: a quitarle protagonismo.
Con la adolescencia
1.
Aparecen nuevos intereses y sus prioridades cambian. Se pasa de los
fines de semana en dobok con los padres y entre competiciones, a
querer compartir su ocio con amigos del barrio o la escuela.
2.
Hasta ahora el deporte era juego y diversión con una parte
competitiva que a todos motiva, pero ahora la balanza se decanta más
hacia la competición y esto ya no les divierte tanto, porque el
nivel de exigencia aumenta y no todos están dispuestos a ciertos
sacrificios y esfuerzos.
3.
Sienten que están estancados, alimentando creencias de que es
siempre lo mismo y que no aprenden nada nuevo en su deporte.
4.
Resultados no esperados, expectativas que no se cumplen, presiones
mal gestionadas pueden ganar la batalla al Taekwondo. Se genera
frustración porque las cosas no son tan fáciles como antes.
5.
Se cuestionan decisiones de entrenadores, por la propia condición de
la edad y aparecen las primeras diferencias que les alejan, si es que
el entrenador no sabe gestionar estas situaciones.
6.
Se les empieza a tratar como a adultos y en ocasiones no reciben la
motivación necesaria, ni se les reconoce su progreso, lo que reduce
su compromiso y esfuerzo.
7.
Es una edad en que la exigencia en sus estudios es mayor y aunque
practicar deporte les ha ayudado desde pequeños a gestionar su
tiempo, ahora tienen la sensación de que no llegan. La mente también
está en otros temas y lo más fácil es echarle la culpa al
Taekwondo.
8.
Descubren lo que es el amor, y quieren compartir horas con esa chica
o chico. Y a la hora de elegir qué actividad dejar, el deporte
termina siendo la primera opción generalmente.
9.
Aumenta la capacidad de tomar decisiones, se ven con fuerza para
decir no a un deporte que en ocasiones ha sido impuesto por el gusto
de sus padres.
10.
Es una etapa en que los amigos van “todos a una” y si uno dice
que lo deja los demás no quieren ser menos.
Estas
situaciones que tarde o temprano pueden aparecer en todas las
familias nos muestran la importancia de saber prevenir, adelantarse,
e inculcar la importancia del deporte o de la actividad para vivir
con equilibrio físico, mental y social. Hay que saber implicarse
desde el ejemplo, porque la teoría se sabe y es fácil.
Para
los padres, este no es el momento de echar en cara todos los
esfuerzos que como padres, valga la redundancia, han hecho. Ni decir
que ha sido tiempo perdido. En el fondo los padres saben que no es
así, porque el Taekwondo hasta ahora le ha enseñado a superarse, a
ser responsable, a cumplir objetivos, a respetar, a comprometerse, a
esforzarse, a sacrificarse, y eso “nunca será en vano”.
Este
es el momento en el que los padres y el entrenador deben estar juntos
y dialogar con el adolescente para ayudarle a gestionar su tiempo o
encontrar nuevas alternativas y que el deporte, al nivel que sea, no
se esfume de su vida.
Que
el Taekwondo permanezca en la agenda del adolescente es
responsabilidad de todos: padres, entrenadores y entidades
deportivas. Motivarlos para que sigan en el largo camino del deporte
será una tarea difícil, sin dudas, pero desde ya que vale la pena
intentarlo.
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